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'DIME NOVEL', DE CERCA

LIBRO DE MAURIZIO MEDO SE PRESENTA EL 6 DE NOVIEMBRE A LAS 19:00 hrs. EN LA LIBRERÍA “EL VIRREY”.

Publicado: 2015-11-05


Por Roberto Zeballos Rebaza



Leer implica complicidad en el proceso creativo. Cuando queramos ver en la última obra de Maurizio Medo algo distinto a un libro de poemas, habría que recordar que la secuencia con que el lenguaje progresa en cada línea y en cada página es la que corresponde al funcionamiento propio de la poesía. Habría que recordarnos que lo que importa en Dime Novel no son aquellas singularidades externas a la palabra escrita; sino, más bien, el peculiar acoplamiento entre las palabras y, sólo secundariamente, su relación con los elementos figurativos que acompañan a –o se imbrican con–los versos.

Cualquier palabra pronunciada, nos dice Brodsky*, exige una continuación, no está al final, sino siempre en el borde del discurso. El lenguaje obliga a uno a tomar el siguiente paso, al menos estilísticamente. La poesía, por otra parte, no tolera la repetición. Así, en cada paso que da, el poeta se aísla de los demás. Descartar lo superfluo –en el curso de este acoplamiento verbal– es clamor de la poesía; lo es, asimismo, la predominancia del sonido sobre la realidad. En el poeta se da la combinación del instrumento “sonoro” y del ser humano, con el timbre del primero de ellos superponiéndose a la experiencia vital del segundo.

El pensamiento, en el texto poético, continúa Brodsky, se manifiesta en una forma de crecimiento cristalino, que sintetiza, en lugar de analizar, separar, “explicar”, reiterar. Es en este sentido que cabe enfrentarse a líneas como éstas:

Y yo me había creído la versión esa

del Maestro alemán que nos asignaba

unas cuantas parcelas para transcurrir

en plena música y realizar cierto número

de deseos Los mismos que, sin sospecharlo,

estarían con nosotros hasta la edad de

nuestros padres, ya sordos, en los bornes

de esa música, para solo negarla

O que se aparecería en un extremo, como un

otro yo, versionado en párvulo, con el fin de

conducirnos al punto de partida por un atajo

que habíamos tenido que cargar a lomo

y después cruzarlo


La imagen poética es un recurso desesperado contra el silencio cada vez que intentamos expresar algo que proviene de los más íntimo de nosotros**. El poema es lenguaje en tensión. Más acá de la imagen, está el mundo del idioma. Es esta imagen verbal, con su cualidad cristalina y sintética, lo que constituye la columna de Dime Novel, lo que define su identidad, su estar más allá del idioma y la necesidad de una complicidad en el lector.

Andreï Makine –en su novela El testamento francés– relata cómo su protagonista le “cuenta” un poema de Victor Hugo a un joven rústico y consigue (para su propio asombro) que éste se emocione hasta las lágrimas. No le ha recitado de memoria el poema: ha usado sus propias palabras para recrearlo. No obstante, comprueba que el poema ha sobrevivido a esta operación de traducción a términos más sencillos, prosaicos (y en otro idioma). El narrador nos dice que fue entonces que comprendió que no era “las anécdotas” particulares ni la “bella disposición de las palabras” lo que debía buscar en sus lecturas literarias. Se trataba más bien de una “penetrante armonía en lo visible” que, una vez puesta al descubierto por el poeta, “se volvía eterna”.

Si quisiéramos apartar todos los elementos “no verbales” de Dime Novel –no sólo los que forman parte del libro, también los que se encuentran fuera de él–, juntarlos y reconstruir a través de ellos otro Dime Novel, por ejemplo, como un cortometraje o una exposición artística, quizá se consiga algo de aquel efecto de conmoción que nos relata Makine. Pero resulta claro, al menos para mí, que ese efecto provendría no de aquellos elementos figurativos o cinematográficos, sino de la originaria armonía verbal que ha producido la música de los textos del primigenio Dime Novel y que ha contagiado de alguna manera a todo lo demás, que podría, por esta razón, sobrevivir a una eventual extirpación.

Lo que representa, en este sentido, el elemento esencial de esta obra no son las innovaciones en la presentación del libro-objeto, el uso de una tenue trama narrativa con personajes y diálogos “novelescos”, o la injerencia de contribuciones extrañas en principio al autor; se trata de algo menos llamativo, pero más auténtico y en realidad más antiguo. Es ese instinto certero para saber dar el siguiente paso ante aquel reclamo incesante del lenguaje en desenvolvimiento, tomando en cuenta el peso y el ritmo, los sonidos y significados de cada palabra, evitando las explicitaciones, cortando estrictamente lo que no calza, sabiendo qué expresiones de otros ámbitos incorporar al texto, sintetizando como en un nudo todas las significaciones buscadas; esto es, conduciendo a las palabras elegidas más allá de los dominios del idioma, sus estrecheces y necesidades.

Es en virtud del timbre poético –madurado en tantos años por el autor– que todo lo demás adquiere un matiz propio y se contagia de una autenticidad real. Lo nuclear en Dime Novel se puede leer en hojas de Word sin perderse uno de lo importante: son aquellas “escenas” que pueden, por sí solas, aisladas, significar y conmover. A partir de ellas es que se van formando puentes, se tiende una “trama”, se toman prestados elementos de otras formas de expresión, se hace uso de herramientas menores que sirven para conectar y dar unidad a un libro que resulta entonces, al final, más complejo y llamativo, proclive a ser leído y etiquetado de múltiples maneras. Pero todo ello está subordinado a lo primero, se inserta en algo que por sí mismo ya es rico, lo hace brillar más, lo complementa y al mismo tiempo se enriquece a partir de aquello.

Recuerdo ahora una entrevista que concediera Mark Strand, en la que relataba que en sus últimos tiempos se dedicaba, entre otras cosas, a hacer collages. Esta y algunas cosas más que, al respecto, dijera entonces aquel poeta norteamericano, me hacen pensar en que para apropiarse con éxito de otras formas de expresión –por más sencillas que puedan parecer– se necesita haber conseguido primero formular el propio timbre en el arte poético. Es este timbre lo que va a dar identidad a la forma en que se combinan los elementos “ajenos” a la palabra escrita. En aquella imaginaria reconstrucción de Dime Novel lo que otorgaría coherencia y autenticidad a esta interesante “obra” sería el latente sonido de la palabra escrita, la fuente, el origen de su identidad, ahora en apariencia ausente. “C’est le Style”, con esa S mayúscula, nos diría el personaje de Makine. Maurizio probablemente no estaría de acuerdo con él.

Cabría, finalmente, preguntarse si la versión prosaica de Dime Novel no pudiera ser esta otra: el drama del individuo desterrado, encerrado, proscrito, que trata de entretenerse –al modo del trovador que personificara alguna vez Ian Anderson– por medio de fragmentarias historias de canarios enjaulados, familias desterradas, poetas neoyorquinas, ocultándose él mismo detrás de estos peculiares personajes, de sus artificiosas vicisitudes, de sus voces y diálogos truncos, con sus trampas, sus dilemas, sus lamentos novelescos, lejanos siempre a la cotidianidad de su creador, pero cifrados en ellos sus propias ganas de preguntar y ofender…, de rasgar con una púa oxidada las viejas telas hasta sonsacarles nuevos, repulsivos, pasajeros brillos –¿la precariedad del existir, los delirios de la maternidad, el desencanto del mundo, las limitaciones del pensamiento y las palabras, la incomprensión, el abismo con que nos separamos de las otras personas?

Como un toro, torpe en la mitad del coso obsesionaba

con el matiz rojo del capote En apariencia su razón de

vida, aunque fuera su muerte durante los meses de

octubre en la ciudad de Lima


En sus inflexiones –cínicas, crudas, templadas, quejumbrosas, rotas, a veces apresuradas–, tan particulares y tan reconocibles, se hallan, desde el principio y sin que quepa despiste alguno, la (in)coherencia, el (a-) ritmo, el (a-) tono que definen, en lo esencial, a esta nueva entrega y, de paso, a su oculto, múltiple tramoyista.




Notas:

*Joseph Brodsky: A Poet and Prose. La primera oración del presente artículo corresponde a la poeta rusa Marina Tsvetáieva, citada en el mismo ensayo de Brodsky.



** Cf. Octavio Paz: El arco y la lira.


Escrito por

Mario Pera

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Publicado en

Ruido Blanco

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