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Una sombra que no se desvanece

Entrevistamos al poeta Alejandro Susti sobre la obra del poeta peruano Sebastián Salazar Bondy

Publicado: 2015-02-15

Por: Mario Pera


Presentamos una entrevista al poeta y músico peruano Alejandro Susti quien, además, es uno de los principales promotores del homenaje: ”Sebastián Salazar Bondy. El señor gallinazo vuelve a Lima“ que aún celebra la Casa de la Literatura Peruana en honor al escritor; así como de la difusión de la obra de Salazar Bondy a través de la publicación, el año pasado, de dos obras capitales. Una nueva edición (corregida) del que quizá sea uno de los mejores ensayos producidos por un autor peruano, Lima la horrible, con motivo de los 50 años de su primera edición, así como una edición de los mejores artículos periodísticos culturales de Sebastián Salazar Bondy en dos tomos titulados Sebastián Salazar Bondy, La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965), ambas publicaciones bajo el auspicio de Lápix editores. Sin duda, una labor más que encomiable. 

En la presente entrevista, Alejandro Susti nos da nuevas luces y alcances sobre la vida y obra de Sebastián Salazar Bondy desde su punto de vista como investigador y persona vinculada al personaje. Aquí la exclusiva.


1. Sebastián Salazar Bondy desarrolló una voz propia poética, narrativa, ensayística, dramatúrgica, algo inusual entre los escritores nacionales. ¿Hay algún hilo general que trasunte toda su obra, o esta se mantuvo en compartimientos estancos? ¿Cuáles podrían ser los ejes de su obra literaria?
Como bien sostiene Mario Vargas Llosa en un homenaje que le dedicara a su muerte, hasta 1951 el teatro y la poesía de Salazar Bondy “eran creaciones que expresaban un mundo interior, sin raíces históricas ni sociales, cuyo único punto de apoyo en la realidad objetiva era el lenguaje”. A partir de esa fecha, el principal hilo temático de su obra reside ante todo en la preocupación por el país y en establecer el vínculo entre la literatura y la realidad. Existen una serie de artículos periodísticos suyos que ilustran la idea de que tanto el intelectual como el artista cumplen una función fundamental dentro de la sociedad (por ejemplo, “La misión docente del escritor y el artista” de 1955 o “El deber del escritor en un país subdesarrollado” de 1960). El compromiso con la realidad, sin embargo, no significó para él el ejercicio de una literatura programática como ocurrió con el llamado realismo socialista. En Salazar Bondy estuvo siempre presente la noción de que la literatura no debía estar al servicio de una determinada ideología o discurso político. El compromiso con la realidad, por otra parte, no impidió la búsqueda de nuevos cauces expresivos, es decir, la experimentación ya fuera a nivel del lenguaje (como sucedió con su poesía) o la constante adopción de nuevos recursos y posibilidades escénicas (caso de su teatro).
2. Sebastián escribió poemas desde muy joven. A través de la poesía ingresó a la literatura y dejó poemarios de gran factura como Cuaderno de la persona oscura (1946), Los ojos del pródigo (1951) o El tacto de la araña (Poemas póstumos 1960-1965). Su poesía no era de denuncia sino de corte intimista. ¿Qué elementos encuentras importante resaltar en su poesía?
La poesía de Salazar Bondy atraviesa por una serie de cambios. Desde su regreso al Perú en 1952, fue sumamente severo con sus primeros libros en los cuales predominó, por sobre todo, el dominio y la maestría en el uso del lenguaje. A esta poesía, que por momentos acusa la influencia de algunos de los poetas de la generación del 27 (en particular la de Jorge Guillén), le seguirá una vinculada a la experiencia, es decir, volcada a dar forma a los núcleos fundamentales de la vida: la infancia, la familia, el tiempo, la ciudad, el país, la amada. Creo que en esta etapa es que encuentra una voz más auténtica y propia. Lo interesante radica en que hacia el final de su breve producción poética ya empezara a asomar un deseo por experimentar nuevos caminos.
3. A la par, ¿qué rescatas de su narrativa? De libros como Náufragos y sobrevivientes (1954) o Pobre gente de París (1958).
Tal como él mismo declara en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos realizado en Arequipa en 1965, al que fue invitado junto a Ciro Alegría, José María Arguedas y otros notables narradores de la época, Salazar Bondy no se consideraba a sí mismo un narrador. Sus relatos acusan ciertos defectos que ya han sido subrayados por los críticos; sin embargo, el poder de su narrativa radica en el hecho de haber sido uno de los primeros en representar el escenario y las realidades propias de la ciudad moderna y algunos de sus principales personajes. Ello se ve particularmente en el volumen Náufragos y sobrevivientes en donde encontramos relatos como “Pájaros” cuyos personajes son un grupo de prostitutas que recorren las calles del centro de la ciudad y que son permanentemente acosadas por la Policía. Ciertamente, por su condición de dramaturgo, sabía identificar qué circunstancias resultaban apropiadas para ser representadas en una trama o argumento y a ello se agregaba el dominio del lenguaje del cual estuvo siempre dotado. Por otra parte, de haber vivido algunos años más, hubiera completado su novela Alférez Arce, Teniente Arce, Capitán Arce… que asoma como una suerte de fresco de la sociedad peruana de su época.
4. ¿Cuál ha sido su aporte para la dramaturgia nacional? Habiendo ganado 2 veces el Premio Nacional de Teatro.
Salazar Bondy recibió, en realidad, tres veces el Premio Nacional de Teatro (la última póstumamente por El rabdomante, en 1965). Pero más allá de la importancia que puedan tener esos galardones, se abocó a la enorme tarea de fundar un nuevo teatro en nuestro país. Escribió dramas históricos (Rodil, Flora Tristán), juguetes (En el cielo no hay petróleo, El de la valija, entre otros), farsas (Amor, gran laberinto, que le valiera el premio nacional del año 1947, cuando recién contaba con 23 años), comedias (El fabricante de deudas), y llegó a dirigir algunas de sus obras; además, formó actores, hizo crítica teatral, es decir, se involucró en todas las diversas facetas y exigencias que implicaba reconstruir el teatro nacional y formar un público. Ese legado aún sigue en pie.
5. Este año se cumplen 50 años de la publicación de Lima la horrible (1964), y eres el editor de una nueva publicación de este libro este 2014. Sin duda es un ensayo capital para comprender la transición socio-económica y política trunca de las estructuras coloniales a las republicanas. Tras 50 años, los males que planteó Salazar Bondy para la sociedad peruana en Lima la horrible siguen en gran medida vigentes. ¿Cuál fue y es la trascendencia de Lima la horrible no solo para la literatura, sino para una visión crítica de la sociedad peruana?
Sin lugar a dudas, Lima la horrible es un clásico de nuestra literatura. Esta afirmación se sustenta en el hecho de que es un libro que ha contribuido en la formación de muchos intelectuales y escritores (no solo peruanos) a lo largo de todos estos años. Sin embargo, también resulta paradójico que la mayor parte de las ediciones se hayan realizado fuera del país y no en él (en el Perú solo se habían editado hasta el día de hoy dos: la de 1964 y la de 1974, ambas, no obstante, de gran tiraje). Aun así, como puede observarse en las reseñas que aparecieron luego de su publicación, la reacción de los críticos y el público fue sumamente ambigua. Algunos prefirieron acogerse únicamente al significado del título en vez de leer y comprender en su totalidad el ensayo y optaron por salir en defensa de la pretendida “belleza” de la ciudad, es decir, demostraron que en realidad no entendían –o no querían entender– qué proponían sus páginas. Otros optaron por salir en defensa de la mujer limeña (de lo cual hay un ejemplo casi patético) o de la obra de Ricardo Palma, considerada esta última por Salazar Bondy como un bastión del conservadurismo que sienta las bases del llamado mito de la Arcadia Colonial. Aun hoy en día, muchos prefieren calificar a Lima la horrible de “pesimista” cuando en realidad se trata más bien de una confrontación franca y abierta con los mitos y la idiosincrasia de los cuales se ha valido el limeño (de todas las clases sociales) para negarse a conocer la compleja y problemática naturaleza de la ciudad. Se trata, ciertamente, de un libro que aún invoca a la reflexión y a la crítica sistemática de nuestra cultura, tarea que entre nosotros resulta muy penosa.
6. Antes de Lima la horrible ya habían sido publicados otros ensayo que pusieron en evidencia los “talones de Aquiles” de la sociedad peruana. Pájinas libres de Manuel González Prada o 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui y, más recientemente, Desborde popular y crisis del Estado de Matos Mar. ¿Cuáles son en tu criterio esos elementos que diferencian a Lima la horrible de los otros ensayos de su tipo y que la hacen una obra maestra de su género?
Si hemos de considerar el ensayo como un género literario, resulta imprescindible prestar atención no solo al discurso crítico que se propone en sus páginas sino al lenguaje mediante el cual se expresan las ideas. En el caso de Pájinas libres, se puede comprobar que la calidad de la prosa de González Prada es un elemento fundamental en el efecto que el autor pretende logar en el lector. El género, particularmente en nuestra literatura, ha sido destinado a ejercer una función apelativa, es decir, a generar en los lectores una capacidad crítica y, por qué no, la acción; quizás ello se deba a que el ensayo en nuestra literatura se constituyó en una herramienta imprescindible en la fundación de una literatura nacional. El caso de Lima la horrible no escapa a esta regla e incluso va más allá pues sintetiza los diferentes dominios por los que transitó Salazar Bondy como pensador e intelectual (la cultura popular y la cultura letrada, las artes, entre otros más). En este sentido, recoge el legado de Mariátegui (ello se hace explícito en el último capítulo cuyo título recoge una afirmación suya: “Otro voto en contra”).
7. En buena medida Sebastián Salazar Bondy fue quien articuló e hizo posible la reunión y el acercamiento amical y artístico entre los escritores mayores de esa época como José María Arguedas, Emilio Adolfo Westphalen o César Moro, con algunos escritores que eran más jóvenes como Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Blanca Varela, o el pintor Fernando de Szyszlo. En lo personal, siempre han destacado el que fue muy desprendido y generoso. ¿Cuál es la trascendencia de la figura de Salazar Bondy como animador del medio cultural y artístico peruano de mediados del siglo XX? Como una suerte de promotor de la Generación del 50.
No creo acertado afirmar que Salazar Bondy fue “una suerte de promotor de la Generación del 50”. Ciertamente le tocó formar parte de un núcleo de escritores y artistas que recogió y amplió el legado de la generación de Arguedas, Westphalen, Adán y Moro. Lo que llamamos la “generación del 50” es básicamente una invención de la crítica; más bien se trata de un grupo de escritores y artistas sumamente talentosos (Eielson, Ribeyro, Varela, Delgado, Belli, Romualdo, Loayza, Szyszlo y muchos otros más) que coinciden cronológicamente, pero que no se propusieron llevar a cabo un programa común ni mucho menos. A Salazar Bondy le tocó la tarea de conocer en profundidad y difundir no solo la obra de la mayoría de ellos sino la de dar a conocer la de otros escritores que a la postre resultarían marginados del canon literario. Fue un hombre generoso, sin lugar a dudas, que acogía el esfuerzo de todo aquel escritor que se le acercara en busca de una opinión (existen muchas pruebas de ello en los artículos periodísticos), pero su labor no se limitó a identificarse con un grupo particular de tales o cuales escritores, lo suyo consistía más bien en abocarse a la tarea de estimular la creación y la crítica honestas.
8. Con motivo de los 90 años de Salazar Bondy has editado Sebastián Salazar Bondy. La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965) (2014), libro que cuenta con 2 tomos y en los que se recoge gran parte, si no toda, la producción periodística de este escritor, con más de 2000 artículos culturales muy diversos. ¿Cuál es el legado de Sebastián Salazar Bondy como periodista? ¿Por qué, de las pocas compilaciones que ha habido de su obra, la de su labor periodística siempre estuvo pendiente?
La luz tras la memoria recoge tan solo una parte de su producción periodística de Salazar Bondy, aquella vinculada a nuestra literatura y temas afines como la difusión de la lectura y el apoyo a las editoriales y revistas literarias. Anteriormente se habían publicado volúmenes dedicados a su crítica de arte (Una voz libre en el caos) y artículos de corte político y social (Escritos políticos y morales). Resta aún por publicarse la crítica teatral y aquellos artículos dedicados a la ciudad que suman un número significativo y que espero editar el próximo año. El periodismo fue en él una herramienta sumamente valiosa para llevar a cabo su labor de promotor y activista cultural. También le permitió ocupar una posición privilegiada dentro del circuito cultural de su época. Muy probablemente, su nombre debe figurar dentro de los principales y más influyentes periodistas culturales de nuestra historia. Conoció plenamente las ventajas que ofrecía la prensa como medio de comunicación masivo e incluso se interesó por otros medios como la radio, la televisión y el cine.
9. Para finalizar, ¿se vienen más publicaciones de Sebastián? ¿Quizá su narrativa, poesía o dramaturgia completa?
El próximo año me dedicaré a la publicación de una selección de la poesía de Salazar Bondy, así como un volumen de sus artículos dedicados a la ciudad. Asimismo, espero publicar la narrativa completa. Las ediciones ya completadas y las que vendrán son solo un intento por reconocer el valor de su obra y la honestidad con que se entregó al servicio de su país.
*Alejandro Susti (Lima, 1959).

Docente de la Universidad de Lima, poeta y músico. Obtuvo el segundo lugar en la bienal Premio Copé de Poesía con El río imaginado (Copé, 2012). Además, ha publicado: Cadáveres (2009), Escombros de los días (2010) y Stacattos (2014). 

Asimismo, es editor de Sebastián Salazar Bondy, La luz tras la memoria. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945-1965) (Lápix, 2014) y de la reciente publicación de Lima la horrible (Lápix, 2014).


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