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Antonio cisneros. foto tomada tras la celosía del balcón del Palacio de torre tagle. Crédito de la foto: Bruno Pólack

Petit hommage a Antonio Cisneros (1942-2012)

Dos años sin el Cisne. Dos años sin Cisneros

Publicado: 2014-10-06

Un 06 de octubre. Hace dos años Toño. Y no hubo más milagros. Hace dos años no caminas, no ríes, no hablas entre nosotros. Pero estás. Y tu voz se siente tan fuerte y clara que todavía raspa nuestros oídos, los aturde aunque los orienta. Tu risa aún nos sobrecoge y tu silencio, al que nunca nos acostumbraste, aún nos duele. Estás en cada letra, en cada palabra como el huracán que eras al entrar a los recitales, o a los bares, daba lo mismo. Todos esos sitios en los que impregnaste algo de ti para siempre, para el mundo y las esquinas de Lima, para quienes te queremos y hasta para quienes te odiaron, si es que estos últimos existieron. Todavía tu voz aguardentosa se oye para recordarnos lo que otro grande, César Moro, "predijo": "(...) ANTONIO puede destruir el mundo en un instante / ANTONIO hace caer la lluvia / ANTONIO puede hacer oscuro el día o luminosa la noche / ANTONIO es el origen de la Vía Láctea (...) / ANTONIO puede crear continentes si escupe sobre el mar / ANTONIO hace dormir el mundo cuando cierra los ojos / ANTONIO es una montaña transparente / ANTONIO es la caída de las hojas y el nacimiento del día / ANTONIO es el nombre escrito con letras de fuego sobre todos los planetas / ANTONIO es el Diluvio / ANTONIO es la época Megalítica del Mundo / ANTONIO es el fuego interno de la Tierra (...)". Todo ello y mucho más, Toño.


¿Solo los poetas recuerdan a los poetas? Por supuesto que no. Te recordamos todos los que te leímos, escuchamos y te vimos caminar entre nosotros. Tus versos ahora están integrados en nuestra sangre, fluyen, nos increpan. Y el oso hormiguero deambula entre las calles de Miraflores y en cada página tuya. Si cerramos los ojos, lo podemos ver. Fuiste uno y compartiste con tus "sobrinos". Y, cuando nos reunimos, todavía nos hablas en broma, nos cochineas en serio y nos dices: "¡Salud sobrino!". ¡Salud Toño! Salud por ti y por tu poesía.




Domingo en Santa Cristina de Budapest y frutería al lado


Llueve entre los duraznos y las peras,

las cáscaras brillantes bajo el río

como cascos romanos en sus jabas.

Llueve entre el ronquido de todas las resacas

y las grúas de hierro. El sacerdote

lleva el verde de Adviento y un micrófono.

Ignoro su lenguaje como ignoro

el siglo en que fundaron este templo.

Pero sé que el Señor está en su boca:

para mí las vihuelas, el más gordo becerro,

la túnica más rica, las sandalias,

porque estuve perdido

más que un grano de arena en Punta Negra,

más que el agua de lluvia entre las aguas

del Danubio revuelto.

Porque fui muerto y soy resucitado.

Llueve entre los duraznos y las peras,

frutas de estación cuyos nombres ignoro, pero sé

de su gusto y su aroma, su color

que cambia con los tiempos.

Ignoro las costumbres y el rostro del frutero

—su nombre es un cartel—

pero sé que estas fiestas y la cebada res

lo esperan al final del laberinto

como a todas las aves

cansadas de remar contra los vientos.

Porque fui muerto y soy resucitado,

Loado sea el nombre del Señor,

Sea el nombre que sea bajo esta lluvia buena.




La araña cuelga demasiado lejos de la tierra...


La araña cuelga demasiado lejos de la tierra,

tiene ocho patas peludas y rápidas como las mías

y tiene mal humor y puede ser grosera como yo

y tiene un sexo y una hembra -o macho, es difícil

saberlo en las arañas- y dos o tres amigos,

desde hace algunos años

almuerza todo lo que se enreda en su tela

y su apetito es casi como el mío, aunque yo pelo

los animales antes de morderlos y soy desordenado,

la araña cuelga demasiado lejos de la tierra

y ha de morir en su redonda casa de saliva,

y yo cuelgo demasiado lejos de la tierra

pero eso me preocupa: quisiera caminar alegremente

unos cuantos kilómetros sobre los gordos pastos

antes de que me entierren,

                                           y ésa será mi habilidad.




La casa de punta negra

(ese imperio)  


Primero

se marcaron las fronteras

con estacas y cal,

y las antiguas tribus

que habitaban los campos

-culebras, lagartijas-

fueron muertas

sobre la tierra plana;

sólo manchas de sal

y restos de gaviotas

como toda heredad,

y en los últimos días

del verano

llegaron los camiones

con ladrillos

y arena de agua dulce:

así vi edificarse

ante mis ojos

Tebas,

Jerusalem,

Nínive,

Roma,

Atenas,

Babilonia,

y apenas la casa

fue techada

hubimos grande fiesta

el maestro albañil

hizo una cruz de palo

y amarré

geranios,

mimosas

lluvia de oro,

hubimos también

panes con carne asada

y yerbas

y cebollas

-un bosque de botellas

de cerveza-

y el mar era una loma

de algas muertas

mezcladas con la niebla:

los pelícanos viejos

celebraron mi canto

antes de alimentar

a las arañas,

a los cangrejos peludos

de las rocas.

La casa fue clavada

con la cara al Oeste,

a más de 80 metros

de las aguas

en arenas seguras

-y ese sol-

tras los muros del Este

los camiones

y los autos veloces

ardían en la brea

como torres de paja,

y al fondo

inacabables

las colinas de arcilla,

el aire rojo,

los perros salvajes,

y fue todo,

y ese mar

ya no puede lavarnos

otra vez

-aunque brillé

en los 7 veranos-

(y yo fui

dorado,

alegre,

veloz)

y busco algunas veces

esas piedras

chatas

y redondas

para tirar al agua

-revuelta a 87

millas sur

de esta vieja caverna

edificada

en la isla del viento

donde llevan

los hombres

a sus muertos

colgados

de la espalda

y brilla

este mal sol

más frío

que un cangrejo

entre la boca:

el parque de St James

sembrado de muchachos

y muchachas

que se enredan

como blandas culebras

bajo el aire

(y fue un desenredarme

y enredarme

sobre todos los campos

de la sal

y la arena mojada

antes de la caída

de ese Imperio).




Cuatro boleros Maroqueros


1.-

Con las últimas lluvias te largaste

y entonces yo creí

que para la casa más aburrida del suburbio

no habría primaveras ni otoños ni inviernos ni veranos.

Pero no.

Las estaciones se cumplieran

como estaban previstas en cualquier almanaque.

Y la dueña de la casa y el cartero

no me volvieron a preguntar

..............por ti.


2.-

Para olvidarme de ti y no mirarte

miro el viaje de las moscas por el aire

Gran Estilo

..... Gran Velocidad

.......... Gran Altura.


3.-

Para olvidarte me agarro al primer tren y salgo al campo

Imposible. Y es que tu ausencia

tiene algo de Flora de Fauna de Pic Nic.


4.-

No me aumentaron el sueldo por tu ausencia

sin embargo, el frasco de Nescafé me dura el doble

..... el triple las hojas de afeitar.




Tercer movimiento (affettuosso)


Para hacer el amor

debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,

tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra

para hacer el amor.

Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos

pero la arena gruesa es mejor todavía.

Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.

Poco reino es la cama para este buen amor.

Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:

que ningún valle o monte quede oculto y los amantes

podrán holgarse en todos sus caminos.

La oscuridad no guarda el buen amor.

El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo

y entonces

la muchacha no verá el dedo de Dios.

Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,

los pulmones abiertos,

las frases cortas.

Es difícil hacer el amor pero se aprende.


Escrito por

Mario Pera

Noticias literarias. Entrevistas. Desvíos y hallazgos.


Publicado en

Ruido Blanco

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