Por: Mario Pera
Ramón Cote es, actualmente, uno de los poetas más reconocidos de su país, Colombia, y de Latinoamérica. Dueño de una prosa en la que muestra un amplio dominio de diversas técnicas y del lenguaje, Cote enmarca en su poesía diversos temas que van desde la introspección personal, hasta poemas escritos con base en las pinturas que más lo han cautivado, dotando a su poesía de imágenes poderosas y sugerentes.
Estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad en la que frecuentemente visitaba el Museo del Prado. A la par de desarrollar su trabajo de creación poética, Cote ha publicado no pocos libros de narrativa y dos ensayos sobre poesía que han permitido al público en general, pero principalmente al hispanohablante, conocer más sobre la poesía colombiana y latinoamericana, estos son Diez de ultramar (1992) y La poesía del siglo XX en Colombia (2006).
Al publicar su primer poemario, Poemas para una fosa común (1984), recibió una crítica elogiosa por un amplio sector del ambiente literario. En el año 2003, se hizo merecedor del III Premio de Poesía Casa de América de Poesía Americana, por su poemario Colección privada, y en el año 2009, ganó el XXIII Premio Unicaja de Poesía por su poemario Los fuegos obligados.
La poesía de Cote es una de corte muy singular y, por medio de esta entrevista, podemos conocer más sobre la obra y la vida de este distinguido poeta colombiano que, no cabe duda, debemos leer y releer.
- 1. Ramón, ¿qué fue lo que determinó en ti el deseo de escribir poesía? ¿Cómo fue ese primer encuentro con la poesía en una casa que, asumo, debió estar «inundada» de poemarios?, dado que tu padre, Eduardo Cote Lamus, también fue poeta.
- La casa donde crecí, como bien supones, estaba llena de libros heredados de mi padre. No sé por qué en vez de interesarme por los libros de historia o filosofía, novela o religión, me incliné hacia esa parte donde estaba la sección de poesía. Y no sé por qué me sedujeron esos tomos delgados, ese tipo de papel, esas hojas amarillentas, esas palabras. Había una gran cantidad de libros, pero no había nadie que me dijera —ni que me obligara— a decidirme por estos, pues como sabrás, mi padre murió cuando yo apenas tenía año y medio de nacido. Sentí una fascinación inmediata por la poesía, de manera que me fui internando entre los anaqueles leyendo aquí y allá cosas que, indudablemente, me marcaron y que hicieron que escribiera poesía.
- 2. Me imagino que siendo hijo de un poeta reconocido, pensaste más de dos veces antes de decidirte por el camino de la poesía, ello por las inevitables comparaciones. ¿Cómo ves ese tema? ¿Has sentido el peso del tener que estar a la «altura poética» de tu padre, o has podido eludir esa responsabilidad impuesta por los lectores y críticos?
- Creo firmemente que la poesía es un llamado, como una vocación religiosa, si se me permite la comparación. La verdad nunca me planteé el hecho —he debido hacerlo por supuesto— de no escribir poesía por la inevitable comparación con mi padre. En la partida entre la conciencia y la inconsciencia, me ganó esta última porque empecé a escribir poemas a los doce años, aproximadamente, porque lo necesitaba, porque comprendí que era una forma que me emocionaba y en la cual me sentía reflejado. Son esas decisiones que se toman sin pensarlo, sin importarme las comparaciones. La verdad, tuve una gran ayuda y apoyo por parte de mi familia en este aspecto. Nadie me dijo «no lo hagas» ni nadie me dijo «hazlo». La decisión fue mía. Y la verdad, no me arrepiento.
- 3. Estudiaste Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, ello te ha ofrecido una visión general del desarrollo de las diferentes ramas del arte, ¿tu poética se ve influenciada por otras artes como la pintura, la música, el cine, etc.?
Mi madre tenía una galería de arte y aparte de los libros mencionados al principio, también había muchos catálogos de pintores y desde muy pequeño me encantó la pintura, no para dedicarme a ella, sino para gozarla. Sentía y siento un placer enorme en ella. El problema surgió cuando quise unir esas dos vertientes —poesía y pintura—, pues empecé a escribir poemas sobre cuadros pero, la verdad, nunca me salieron bien.
Tuve que esperar cerca de veinte años para que de repente surgieran con total naturalidad. De hecho, escribí Colección privada, libro dedicado en su totalidad a la pintura, en año y medio. Escribí más de cuarenta poemas en año y medio, y de alguna manera fueron una especie de biografía visual lo que allí quedó registrado. Que ese libro fuera premiado con el Casa de América fue una enorme felicidad, ya que de alguna manera algo me decía que no me había equivocado. A veces las pasiones tienen su reconocimiento.
- 4. ¿Has pensado, en algún momento, dedicarte a la política o quizá seguir el camino del servicio diplomático a tu país?
- Nunca se me pasó por la cabeza dedicarme a la política, aunque ocupé un cargo diplomático durante dos años, lo que no quiere decir que estuviera dando mis primeros pasos en el resbaladizo terreno de la política. Para resbaladizos terrenos ya tenía el de la literatura.
- 5. Ramón, en relación a tu método de trabajo, ¿escribes poemas y luego los ordenas esperando que el tiempo en que los escribiste le dé una unidad u organicidad a cada poemario, o armas una estructura previa al poemario y escribes los poemas que satisfagan la misma? ¿Eres de los que corrigen mucho?
Salvo el mencionado Colección privada, un libro temático, y otro, Botella Papel, centrado en objetos y oficios de Bogotá, los otros libros se han venido armando solos, con su propia inercia y decantación. Los libros son épocas de la vida y llega un momento en que hay que ordenarlos. De manera que ellos mismos se van armando a su manera, lo que se presta a la arbitrariedad, pero también a la libertad, dos cosas muy importantes en el proceso de creación.
En cuanto al método de trabajo, me encanta corregir los poemas, repetírmelos de memoria cuando me voy a dormir, y hago muchas versiones de un mismo texto, de manera que se convierten en una especie de obsesión, pues puedo durar escribiendo un poema unos dos o tres meses, tiempo en el que les cambio cosas y voy comparando, en su evolución o su trayectoria, sería más preciso, cuáles han sido los aciertos o descubriendo cuáles los añadidos innecesarios.
- 6. En cuanto a tus gustos literarios, ¿a qué escritores (poetas o narradores) u obras literarias retornas constantemente? ¿A qué autores y obras consideras capitales para tu formación como poeta?
- Como sucede en este tipo de preguntas, siempre habrá un nombre que haga falta en la lista, pero los poetas que fueron claves en mi formación podría decir que fueron Neruda, Cernuda, Borges, Eliot, Brodsky, Enrique Molina, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Valente, Antonio Colinas, Gimferrer. Y el gran Álvaro Mutis.
- 7. La situación política colombiana y la guerrilla es un tema recurrente en las noticias internacionales. En ese sentido, ¿la situación socio-política y el problema de las FARC dificultan el desarrollo del ámbito cultural colombiano y, esencialmente, del ambiente literario? ¿La poesía colombiana reciente aborda este tema o lo deja de lado?
- Lamentablemente o no, uno es producto de su tiempo, y en Colombia la violencia ha sido una constante que ha durado varias décadas. «Un gran principio de violencia regía nuestras costumbres», dice Perse. Pues ese verso indirectamente describe de manera precisa nuestra condición, pero precisamente la poesía es una manera de luchar contra la barbarie. Aunque no se escriba directamente sobre ella, es latente su presencia y existen muchos poetas que la abordan de una manera lateral y silenciosa. Es, en definitiva, una manera de reafirmarse en el mundo, como todas las poesías del planeta.
- 8. Eres uno de los invitados al Primer Festival Internacional de Poesía de Lima (FIPLima), un evento inédito en el Perú y que configura un nuevo intento para hacer que la poesía llegue a más personas. ¿Cuál es tu opinión en torno a los festivales y encuentros de poesía? ¿Realmente sirven para acercar a la poesía al público en general? Asimismo, ¿qué expectativas tienes en relación a este nuevo festival?
- Los encuentros, como este de Lima, son de gran importancia y, en un mundo totalmente conectado, la poesía no podía ser ajena a este fenómeno. El festival de poesía de Medellín, por ejemplo, es una especie de catalizador, un termómetro del país, pues son cientos de personas que encuentran de repente en la poesía un espacio habitable, cercano. Sacó a los poetas de la penumbra y también a los lectores y los hizo visibles y les enseñó que también hay un lugar para ellos. Los poetas no son de otro mundo y los lectores tampoco. Son personas normales y corrientes que se dedican con pasión a su oficio, como ocurre con el resto de las personas.
- 9. ¿Esta será tu primera visita al Perú? ¿Conoces algo de la tradición poética peruana? ¿Quizá tienes preferencia por algún poeta peruano, contemporáneo o clásico?
Va a ser mi primera visita al Perú y tengo una gran expectativa por saber cómo va a ser todo. Todos sabemos que la tradición literaria peruana es una de las más grandes e importantes del continente. El nivel de su escritura es altísimo, tanto en los consagrados como en las generaciones más recientes. ¿Nombres? Muchos y muy queridos y siempre releídos con verdadera devoción: Vallejo, por supuesto, pero también, y a la misma altura, Westphalen, Eielson, Moro, Oquendo de Amat, Salazar Bondy, Sologuren, Lucho Hernández, Blanca Varela, Cisneros, Watanabe.
Y entre los «jóvenes» Eduardo Chirinos, Rossella di Paolo, Rocío Santisteban. Y sería injusto no mencionar en esta lista aunque no sean poetas, a Vargas Llosa y al inmenso, inmensísimo, gigantesco Julio Ramón Ribeyro. Leo sus cuentos como si fueran poemas.
- 10. Estimado Ramón, para finalizar, ¿actualmente te encuentras trabajando en algún nuevo proyecto literario? ¿Nos puedes comentar, en primicia, sobre tu o tus próximas publicaciones en poesía o ensayo?
- Tengo un nuevo libro de poemas que hasta el momento se llama Lo intacto tarda, título tomado de un verso del portugués Ramos Rosa. Y también, y esto sí que es una primicia, tengo una novela ya escrita, pero como la escribí a mano —no podía hacerlo de otra manera— tardaré más tiempo en pasarla al computador que escribirla. Cuando la acabe de pasar te cuento.
- Biodata.
- Ramón Cote. Cúcuta – Colombia, 1963. Ha publicado en poesía: Poemas para una fosa común (1era. Ed. 1984, 2da. ed. 1985 y 3era. Ed. 2006), Género de medallas (1985, escrito con Esperanza López Parada), Informe sobre el estado de los trenes en la antigua estación de Delicias (1991), El confuso trazado de las fundaciones (1992), Botella papel (1era. Ed. 1999 y 2da. ed. 2006), Colección privada (2003) y Los fuegos obligados (2009); en antología poética: Diez de ultramar (1992) y La poesía del siglo XX en Colombia (2006); en cuento: Páginas de enmedio (2002) y Tres pisos más arriba (2008); en cuento infantil: Feliza y el elefante (2009) y Magola contra la ley de la gravedad (2010); y en biografía: Francisco de Goya, el pincel de la sombra (2005).